“Cuento contao ya se ha acabao y por la chaminera al tejao”.

Esta mañana, hemos tenido la suerte de contar con el narrador profesional Mario Cosculluela. Son pocas las veces en las que tenemos la oportunidad de escuchar literatura oral y, aprovechando la cercanía del Día de Difuntos, el repertorio se ha centrado en historias terroríficas. Algunas de estas eran  “de las que cruzan fronteras” como las de Jack o’Lantern y, otras, se situaban mucho más cerquita, en el Pirineo como la de “Marieta”. Algunas eran ficticias, pero las que más miedo daban eran las reales, como la de los niños pobres que morían intoxicados tras jugar durante algunas horas con las pinturas fosforitas que habían encontrado en el vertedero.

Algunas terminaban con un susto, y otras como las de “La muerte madrina” nos desvelaban cómo por muy listo que se sea nunca se vence a esta última. Hemos valorado aspectos como la fluidez, la precisión léxica, las fórmulas, el homenaje a nuestros antepasados como depositarios de todo este saber tradicional, la articulación cuidada (con enrevesados trabalenguas  a distintas velocidades) o las posibilidades brindadas jugando con la intensidad de la voz o manejando diferentes registros para dar voz a distintos personajes. Brillante la recreación de todo un universo contando exclusivamente con la voz ante una atmósfera desnuda y silenciosa.