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La comida no se tira, se comparte.

Así inició su actividad, Agustín el voluntario del Banco de Alimentos de nuestra ciudad, para concienciarnos de la cantidad de alimentos que se desperdician y van a parar a nuestras basuras. ¿Podemos buscarle una solución a este problema?… ¡Claro que sí!

Al principio del proyecto hemos chequeado nuestro día a día, comprobando cuántos alimentos consumimos en casa. En clase hemos compartido nuestras investigaciones y hemos elaborado gráficos de barras para analizar la información. Tenemos que consumir solo lo necesario, pero ¿qué ocurre con aquellas familias o personas que no llegan a tener lo mínimo para alimentarse cada día?

Los profesores nos muestran otras realidades diferentes a las nuestras: situaciones que ocurren en nuestra ciudad y en otros países tercermundistas. ¡Qué injusto! Es necesario ponernos manos a la obra y cooperar, colaborando desde la proximidad, compartiendo un poco de lo nuestro para ayudar donde más se nos necesite.

Se nos ocurre una grandísima idea: crear una campaña de recogida de alimentos para que ningún niño o niña se quede sin desayunar “Ningún niño sin bigote”. El desayuno es una de las comidas más importantes del día.

Preparamos un anuncio para animar a nuestros familiares más cercanos, creamos carteles informativos y finalmente recogemos los alimentos que todos han traído al colegio.

Gracias a la implicación del Banco de Alimentos de Zaragoza nos sentimos en la piel de los miles de voluntarios que, altruistamente, colaboran en este servicio.

La campaña ha sido un éxito gracias al entusiasmo e interés del alumnado y profesores y la participación de sus familias.

“Tal vez no podamos cambiar el mundo, pero un buen comienzo es cambiar y ser responsables de pequeños actos y gestos que favorezcan la cooperación y el bienestar global”.