¿El arte imita la naturaleza o la naturaleza imita el arte?

Los alumnos de Secundaria han podido disfrutar a lo largo del vencido mes de octubre de unas visitas al admirable patrimonio natural de nuestro entorno: Moncayo, Sierra de Guara, San Juan de la Peña y Los Pinares de Rodeno en Albarracín.
Ese tipo de actividades buscan extender el aula empujándola fuera de su contexto más habitual y dotándola de un manto verde o rojizo según hayan surcado más o menos el camino las implacables agujas del reloj.
En los momentos que la pausa no es perseguida y podemos respirar siendo conscientes de nuestro ritmo brotan preguntas como la que encabeza esta noticia escolar.
Aristóteles planteaba el inicio de la pregunta, el arte imita la naturaleza, y siglos más tarde otro inconformista, Oscar Wilde, se enfrascaba en la segunda parte de la pregunta, la naturaleza imita el arte, en un ensayo titulado La decadencia de la mentira
(The decay of lying)

 

 

No disponemos del tiempo ni de las líneas para discutir si el arte es superior a la naturaleza que representa y en consecuencia si la naturaleza para ser admirable por su belleza debe imitar al arte que en ocasiones la referencia. Lo que si sabemos es que las combinaciones de elementos extraordinarios son emocionalmente e intelectualmente impactantes, dejan huella.
Desde hace algunos años esos impactos culturales y artísticos se trabajan de manera coordinada entre el profesorado que elige las salidas y los que preparan con los alumnos las lecturas que acompañaran estas jornadas.

Leer al autor y a la obra en un entorno propicio era el objetivo perseguido y esperamos que conseguido.
El entorno de nuestro cercano Moncayo fue el papel en el que leímos la leyenda de El Monte de las ánimas de G. A. Bécquer; la Sierra de Guara, antesala del Pirineo, nos permitió escuchar la lectura de otra leyenda la de Pyrene y finalmente La Cantiga CXCI de Alfonso X el Sabio El Milagro de Rodenas acompañó a alumnos y profesores por las tierras cercanas a Albarracín.
La naturaleza y el arte al igual que las personas existen para formar parte de una suma que debe resultar finalmente incalculable.