Regresar

Los susurradores.

Los susurradores.

(Actividad realizada con Atrapavientos).

¿Quién no ha susurrado alguna vez?
Lo hacemos habitualmente y lo relacionamos al hecho de contar un secreto.

En el taller de literatura que realizamos el domingo veintiséis de septiembre algunos de los alumnos de Secundaria del colegio La Salle Montemolín, nos dimos cuenta de que constantemente susurramos.
Cuando en medio de una explicación preguntas al de al lado o la comentas, lo haces susurrando por respeto a quien estás escuchando y porque no quieres que nadie más te oiga.
Cuando deseas comunicar a alguien algo muy personal también tiendes a susurrar.
Sabíamos que les souffleurs son un movimiento artístico, y más exactamente, una experiencia artística cuyos miembros ataviados con una estética muy llamativa utilizan unas aparatosas cerbatanas para “gritar” sus susurros.

Estábamos todos expectantes en el espacio comunitario Jardín de Sergio Algora que se encuentra en el Edificio de La Harinera. Deseábamos saber en qué consistiría la actividad a la que habíamos acudido. Éramos un grupo de alrededor de veinticinco compañeros. Como no estábamos muchos, la experiencia fue muy acogedora y pudimos relacionarnos fácilmente.

Al empezar el taller, nos contaron que la procedencia de los susurradores era francesa. Nos parecía algo extraño que unos hombres salieran a la calle a susurrar poemas a la gente.
Nos colocamos en un círculo, por parejas, y a cada uno se nos dio un tubo de cartón de un metro y medio de longitud. A través de él podríamos contarnos secretos, historias o chistes, leernos poemas, relatar vivencias personales, etc. Todo esto, por supuesto, lo haríamos susurrando. Nos entregaron bellos poemas (algunos escritos por los propios monitores) por si no sabíamos qué susurrarnos. La verdad es que lo pensaron muy bien en ese aspecto. Hasta hicimos un teléfono roto contando secretos. Aprendimos qué eran los PUP, Pequeños Universos Portátiles, unos paraguas que hacían del espacio que abarcaban un lugar donde se podía hablar sin que casi nos oyera la gente que estaba fuera de ellos.
Los monitores de la actividad participaron en ella junto a nosotros invitándonos a que les susurráramos improvisadamente algún pequeño mensaje lo que hizo que la actividad fuera más amena y entretenida. Nos estuvieron guiando al principio sobre cómo debíamos hacerlo y cuando ya le cogimos el tranquillo, nos dieron manga ancha.

Al terminar la actividad nos entregaron un manual de instrucciones para aprender a susurrar y para que pudiéramos fabricar nuestro propio susurrador.
Por si te estás preguntando qué es o en qué consiste un susurrador, te diremos que es el tubo de cartón mencionado anteriormente. Su función es amplificar el sonido de un susurro dentro del tubo para que se pueda oír a distancia, pero sin que nadie más que quien está al otro lado lo oiga. Hay que tener cuidado porque un ruido excesivamente alto transmitido por un susurrador puede dañar la audición.
Nos pudimos llevar a casa los susurradores que habíamos utilizado para poder difundir esta estupenda experiencia aprendida.

¿Querrías intentarlo tú también?

Eduardo Oliván y Alba Franco